5 de marzo de 2013

Hipo Mortal



Hipo Mortal 

El hipo es un estado corporal en el que el diafragma y los músculos intercostales se contraen espasmódicamente de manera repetitiva e involuntaria generándose así una fuerte inhalación de aire. Y ya, hasta ahí el hipo. O eso era lo que yo creía. 


El viernes pasado me reuní con un par de amigos en mi casa a cocinar un lomito al trapo. Los hombres tomamos unas cervezas Águila y Póker aprovechando sus nuevas botellas retornables de 750 centímetros cúbicos (perfecto tamaño para un buen bebedor) que se consiguen únicamente en poquísimas tiendas de barrio a un módico precio sugerido de $2.300. Las niñas, por su parte, se dedicaron al espumante rosado.  

Tuvimos una conversación muy agradable a lo largo de la cena acompañados de la mucha bebida y poca comida. Durante la sobremesa (que es sin dudas el momento más álgido para discusiones) el debate versó acerca de qué deberíamos consumir de postre. Unos mencionaron enfáticamente que estarían dispuestos a asesinar por un chocolate o una galleta, otros dijeron que preferían los ponqués y los restantes argüimos que sería mejor un pousse café en vez de tantos carbohidratos. Todo transcurría bajo parámetros de normalidad hasta que repentinamente uno de mis invitados (el mayor de todos pero tal vez el más afable), el Pote,  tuvo un pequeño ataque de hipo. (Hip!)

Las mofas no se hicieron esperar. ¿Dos cervezas y ya alicorado? (hip!). Pasados unos momentos me percaté de que el ritmo del hipo (hip!) iba en aumento y asimismo crecía la angustia de quien lo sufría (hip!). “¿Gordo qué es lo que te pasa?” le dije. (hip!) “cálmate es solo hipo”. Su ansiedad era evidente. Sus continuas y adorables carcajadas (hip!) fueron substituidas por una expresión de miedo inexorable así como por aquel silbido pulmonar que sólo se produce por esa contracción del diafragma. “Es que, (hip!) he estado cinco veces (hip!) en la clínica por hipo… (hip!)” atinó a decir. Un silencio mortuorio se coló en el comedor. Ni siquiera la música de fondo pudo cubrir el sentimiento funerario de los allí presentes. Estábamos asistiendo al entierro de nuestro querido compañero de mesa (hip!).

Entre convulsión y convulsión el Pote nos contó que en efecto sufre de “singultus”, como se denomina científicamente el hipo persistente, y que ha tenido crisis de hasta 5 días completos con hipo. “El nervio frénico (hip!) controla la contracción y relajación del diafragma (hip!). Si el nervio frénico envía impulsos anómalos (hip!), el diafragma se contrae de forma repentina (hip!) provocando una inspiración súbita anormal (hip!) y el cierre brusco de la glotis (hip!)”. Nos miramos unos a otros entre fascinados y estupefactos sin saber cómo reaccionar (hip!). Para quebrar el creciente pánico logré encontrar un dato curioso dentro de mi conocimiento inútil: “Los hipos persistentes afectan únicamente a un individuo de cada 100.000”. Todos reímos nerviosamente. Hasta el mismo Pote se atragantó entre los espasmos y la risa, lo que hacía parecer que todo volvía al cauce de serenidad. Pero no fue así. 

Tranquilos (hip!)” dijo el del diafragma epiléptico, “si todo se agrava necesitaré (hip!) una altísima dosis de Rivotril que es una droga que deprime el sistema nervioso central (hip!), relaja los músculos (hip!) y me pone a dormir delicioso (hip!)” 

El evento estaba al borde del colapso. Me veía pidiendo una ambulancia y explicándole al paramédico en mi incipiente estado de ebriedad que mi amigo el Pote se estaba muriendo de hipo. La ambulancia no vendría porque a todas luces parecería una pega y así, los que me visitarían al día siguiente serían los forenses. Me vislumbraba teniendo que recitar un discurso de tristeza en su entierro y se me alteraba el espíritu al pensar que los dolientes se iban a reír a carcajadas cuando dijera en voz alta que nuestro querido Pote había fenecido por un ataque de hipo. 

Pasados varios minutos de extrema tensión oímos finalmente un alegre grito triunfal de nuestro Pote que puso punto final a nuestra histeria: “Cálmense todos, ¡estoy de regreso!”. Su hipo había desaparecido, se trató de una falsa alarma.

***

El chino de chinos: Cooking Taichi 

El domingo pasado almorcé en un nuevo restaurante chino que, al parecer, está de moda.  


El establecimiento busca, a partir de la importación de cocineros de origen, unir en un solo lugar la comida tradicional de al menos seis regiones de China. Tiene una carta provocativa (y algo pretenciosa) y su ambiente, incomprensible para mis ojos occidentales, es tremendamente chino (no me referiré a él pues cada cultura tiene su estilo y visión propias). 

Creo que vale la pena conocerlo pero no recomiendo ir más de un par de veces. El servicio es absolutamente pésimo aun cuando los meseros tienen la mejor voluntad para servir. La comida, si bien no es espectacular, está muy bien en términos de sabores y presentaciones. El lomo en salsa de sal y pimienta estaba rico aunque este último de los ingredientes parecía ausente, los arroces son aceptables, los dumplings son correctos (en este país es difícil conseguir un dumpling decente) y las bolitas de camarón son curiosas y sabrosas. El pato Pekín ha de ser ordenado con al menos 24 horas de anticipación, alcanza para 4 personas y vale $220.000. Puede ser una opción interesante para la segunda y última vez que visite este sitio.

El esfuerzo es loable y esta ya es razón suficiente para darle el beneficio de la duda. Así que adelante, de seguro les saldrán unos platos comestibles e interesantes.

Por último, quisiera hacer notar que sería muy enriquecedor poder leer la descripción contenida en la página web del propio restaurante pero lastimosamente está en chino: "Cooking Taichi es uno de los más exquisitos placeres culinarios más finos de Bogotá. Ubicado en la zona mas populares de Bogotá donde toda Asia se unen armoniosamente en un elegante restaurante oriental único, en Colombia".

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