30 de julio de 2014

El Desgraciado se despide…

Ya es costumbre que El Desgraciado, luego de etapas de prolífica producción, desaparezca sin razón. Esta vez, sin embargo, hay una causa de peso que todos los lectores deben conocer. Hace un par de semanas, el autor de este espacio inició un proceso para ser admitido como bloguero en línea de la Casa Editorial El Tiempo. Luego de que se verificó que el contenido propuesto cumple con los criterios mínimos de fondo, forma y calidad, se decidió otorgarle un espacio dentro de Eltiempo.com: blogs.eltiempo.com/el-desgraciado-opina/

A partir de hoy El Desgraciado escribirá desde esa trinchera, pero la esencia será la misma. El nombre del magazín seguirá siendo igual, el contenido irreverente tenderá a la evolución y, prontamente, se construirá una red de desgraciados mucho más amplia gracias al amparo del grupo de medios más importante de Colombia. Este es un escenario en que El Desgraciado se despide, pero no de la redacción, sino del espacio que lo acogió por más de un año y medio, Blogspot.

El Desgraciado agradece a su fiel audiencia por creer en él desde el inicio, cuando escribía mal desde la independencia. Ahora, que el cauce de la vida vira para darle un nuevo aire, este escritor espera seguir contando con su compañía.

11 de junio de 2014

Que a Colombia no le pase lo que a Mompox


En el siglo XVII Santa Cruz de Mompox era un centro de comercio importante. En su territorio confluían los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge y Cesar, que conformaban una privilegiada red de hilos de agua que daban la bienvenida a la colonia. Los años 1600 fueron la época dorada de la comunidad mompoxina gracias a que del navegable río Magdalena surgía un intercambio mercantil próspero y un tráfico copioso de pasajeros.

A finales del siglo XIX, sin embargo, el Río Grande, como también se conocía, viró su cuenca por fenómenos climatológicos y geográficos y Mompox quedó aislado de la autopista fluvial. Se esfumaron los comerciantes y turistas y la urbe quedó suspendida en el tiempo.

Este fenómeno no ha sido ajeno a la realidad de otros municipios colombianos. El río Magdalena, que durante años fue un motor de desarrollo y útero de prosperas industrias a lo largo de la rivera, dejó de tener relevancia por la evolución de la infraestructura terrestre y aeronáutica, y a muchos municipios les pasó lo que a Mompox. Las poblaciones de la cuenca perdieron su fuente de sustento directo, se masificó la pesca y la agricultura artesanal y la pobreza empezó a incrementarse.

Luego de años de olvido y de proyectos a medias, el Gobierno Nacional, a través del Departamento Nacional de Planeación, busca corregir el error histórico de haber abandonado al Río Magdalena como vía de comunicación. El cronograma es ambicioso. A partir de una inversión de 2.5 billones de pesos se busca incrementar la carga por el río de 1.4 millones de toneladas anuales a seis. "Esta obra es un sueño, un sueño que tenía el propio Simón Bolívar. Él decía que el río Magdalena debía ser la arteria principal del país, para su desarrollo, para su bienestar. Y estamos hoy haciendo realidad ese sueño", dijo el presidente Santos al presentar su propuesta.

El plan es loable: pasar de 200 a 600 kilómetros navegables durante todo el año, las 24 horas del día, para diversos tipos de embarcaciones sería a todas luces un logro para el país. Pero el discurso oficial, que ahora se refrenda con el premio a mejor proyecto estratégico del año del Foro Latinoamericano de Liderazgo e Infraestructura, no es del todo convincente. 

Ha sido evidente, a lo largo de la historia, que la tendencia ha sido una baja inversión pública para la infraestructura de transporte. Por ejemplo, en 2010 fue del 1,6% del PIB, pero para la navegación de los ríos fue de apenas el 0,003%. Parece que un cambio presupuestario que corrija este desequilibrio es de difícil ejecución, más aún si se avecina un escenario de postconflicto en el que surgirán nuevas necesidades sociales.

En adición, hay que poner de manifiesto que la situación de los puertos rivereños es fatídica. Son estructuras pequeñas y carentes de servicios conexos lo que repercute en ineficiencia. Si no se hace un plan integral que apunte a la renovación de todos los eslabones de la cadena (nuevas bodegas, mejores equipos de manejo de carga y personal humano calificado), no va a ser posible tener buenos resultados. Por eso es que no le creo al gobierno, a pesar de sus buenas intenciones.

Y es que la coyuntura no es despreciable. Luego de la suscripción, ratificación y entrada en vigencia de Tratados de Libre Comercio, es apremiante que Colombia se vuelva más competitiva en todo sentido y para eso se necesita un río Magdalena útil, pero bajo un esquema de desarrollo que no sólo incluya los aspectos de infraestructura sino también las necesidades sociales y la participación de las comunidades rivereñas.

El río Magdalena cruza 18 departamentos y 726 municipios donde viven 28 millones de colombianos y se produce el 85% del Producto Interno Bruto nacional. Ojalá que la ejecución del proyecto, que se adjudicará el próximo 31 de julio, impida que a toda Colombia le pase lo que a Mompox.

4 de junio de 2014

'Un Burdo Rumor' *


Aunque el título de esta entrada bien podría describir a la reciente campaña electoral colombiana en la que los disparos de boñiga desde los bandos en contienda han salpicado a toda la ciudadanía, el burdo rumor al que se hace referencia este texto no tiene que ver con política.

 

En 1981 los cantautores españoles Javier Krahe y Joaquín Sabina grabaron el disco La Mandrágora. Para esa fecha, los músicos tocaban en el sótano de un bar del mismo nombre en el barrio La Latina de Madrid donde hicieron famosas varias de sus composiciones. Además de ser muy reconocidos por sus calidades musical, Krahe y Sabina se caracterizaron por abrir profundos debates en la sociedad de finales del siglo XX.
 
Una de las preguntas más relevantes que se abordó en La Mandrágora, bajo el liderazgo de los antedichos cantantes y que entre otras nunca tuvo una respuesta concluyente, puso en evidencia un problema muy comentado a lo largo de los siglos: el tamaño del pene.
¿Es aceptable que las mujeres vayan orondas por la vida comentando las deficientes dimensiones del asta viril de sus parejas? 

Para abrir esta reflexión, Javier y Joaquín compusieron una canción llamada "Un Burdo Rumor" dedicada a una fémina desconocida o quizá hipotética. Al inicio de la letra, los autores le recriminan: no sé tus escalas por lo tanto eres muy dueña de ir por ahí diciendo que la tengo muy pequeña… ¿Cuántas muchachas han caído en la bajeza de hacer semejante comentario? A ellas hay que responderles que aunque en rigor no es mejor por ser mayor o menor, ciertamente es un burdo rumor.

El peligro de este tipo de murmuración, inaudita y canalla, es que como va de boca en boca y es la comidilla, tiene la potencia de enterrar la reputación de cualquier hombre honorable que quisiera entregarse a las lides del amor. En este deshonroso escenario, para frenar el cotilleo sobre la propia polla, la única salida digna es, en vez de esconderla como haría el avestruz, tomar las medidas, hágase la luz.

Si publicar las dimensiones fálicas no es suficiente para detener el avance del desafortunado chisme, lo propio será dar un paso adicional. Realizar un cuestionario puede ser otra de las vías de escape ante el escarnio malintencionado de una dama insatisfecha. Trece interesadas respondieron a esta encuesta de las cuales una, no sabe no contesta y en las otras doce división como veréis se me puso en contra la mitad, es decir seis, dice Krahe para seguir justificando que los placeres de un palo voluminoso son subjetivos.
 
Cualquier hembra que reduzca a un hombre a una medición de contorno o longitud es miserable, pero las más perversas son aquellas que, al no tener suficiente con esparcir habladurías púbicas en contra de sus objetos de deseo, comparan la vara seminal con otras que han conocido. Ningún señor está exento de que esto le ocurra. Javier Krahe  comenta que su mujer incluso, dijo ‘aunque prefiero, como tú ya sabes, la del jardinero (…), por si te interesa pon que estáis a la par, solo que la suya es mucho menos familiar’. Pobre hombre.
 
Mujer: es mísero, sórdido y aún diría tétrico someterlo todo al sistema métrico. No estés con la regla más de lo que es natural, te aseguro, chica, que eso puede ser fatal.
 
 
* Texto basado en la canción Un Burdo Rumor de J. Krahe, 1981.