Aunque el título de esta entrada bien podría describir a la reciente campaña electoral colombiana en la que los disparos de boñiga desde los bandos en contienda han salpicado a toda la ciudadanía, el burdo rumor al que se hace referencia este texto no tiene que ver con política.
En 1981 los cantautores españoles
Javier Krahe y Joaquín Sabina grabaron el disco La Mandrágora. Para esa fecha, los
músicos tocaban en el sótano de un bar del mismo nombre en el barrio La Latina
de Madrid donde hicieron famosas varias de sus composiciones. Además de ser
muy reconocidos por sus calidades musical, Krahe y Sabina se caracterizaron por abrir profundos
debates en la sociedad de finales del siglo XX.
¿Es aceptable que
las mujeres vayan orondas por la vida comentando las deficientes dimensiones del asta viril
de sus parejas?
Para abrir esta reflexión, Javier
y Joaquín compusieron una canción llamada "Un Burdo Rumor" dedicada a una fémina desconocida o quizá hipotética. Al inicio de la letra, los autores le recriminan: no sé tus escalas por lo tanto eres muy
dueña de ir por ahí diciendo que la tengo muy pequeña… ¿Cuántas muchachas
han caído en la bajeza de hacer semejante comentario? A ellas hay que
responderles que aunque en
rigor no es mejor por ser mayor o menor, ciertamente es un burdo rumor.
El peligro de este tipo de murmuración,
inaudita y canalla, es que como va de
boca en boca y es la comidilla, tiene la potencia de enterrar la reputación de
cualquier hombre honorable que quisiera entregarse a las lides del amor. En
este deshonroso escenario, para frenar el cotilleo sobre la propia polla, la
única salida digna es, en vez de
esconderla como haría el avestruz, tomar las medidas, hágase la luz.
Si publicar las
dimensiones fálicas no es suficiente para detener el avance del desafortunado chisme,
lo propio será dar un paso adicional. Realizar un cuestionario puede ser otra
de las vías de escape ante el escarnio malintencionado de una dama insatisfecha. Trece interesadas respondieron a esta
encuesta de las cuales una, no sabe no contesta y en las otras doce división
como veréis se me puso en contra la mitad, es decir seis, dice Krahe para
seguir justificando que los placeres de un palo voluminoso son subjetivos.
Cualquier hembra que reduzca a un hombre a una medición de contorno o longitud es miserable, pero las más perversas son aquellas que, al no tener
suficiente con esparcir habladurías
púbicas en contra de sus objetos de deseo, comparan la vara seminal con otras
que han conocido. Ningún señor está exento de que esto le ocurra. Javier Krahe comenta que
su mujer incluso, dijo ‘aunque prefiero,
como tú ya sabes, la del jardinero (…), por si te interesa pon que estáis a la
par, solo que la suya es mucho menos familiar’. Pobre hombre.
Mujer: es mísero,
sórdido y aún diría tétrico someterlo todo al sistema métrico. No estés con la
regla más de lo que es natural, te aseguro, chica, que eso puede ser fatal.
* Texto basado en la canción Un Burdo Rumor de J. Krahe, 1981.
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