21 de mayo de 2013

Cartagena: Arte, Licores y Comida

El fin de semana pasado el Desgraciado tuvo la oportunidad de viajar a Cartagena de Indias en compañía de su padre y de una de sus más cercanas amigas. La ciudad tiene una energía especial que sabe calar hondo en las personas que están dispuestas a abrirse a sus encantos. Sus contrastes hacen que la Heroica sea una urbe sui generis llena de atractivos y con todo el potencial para salir de la marcada brecha de pobreza que la aqueja. 


Llegar a Cartagena en esta oportunidad fue una experiencia curiosa. Producto de la parcialmente libre competencia entre aerolíneas, los pasajes aéreos en días hábiles distintos del viernes se pueden encontrar a precios asequibles y por lo mismo, las obsoletas instalaciones del antiguo aeropuerto Eldorado y del Puente Aéreo más parecen ahora terminales de buses atestadas de vulgo. Es un escenario en el que no faltan animales (perros, gatos, canarios y gallinas que en sus elegantes y distinguidos guacales se enfilan a los aviones), señoras con sobrepeso vestidas con ponchos motosos de la bandera colombiana y jóvenes animados que se toman fotos con las aeronaves. Todos son parte de una gran colectividad que considera que por desplazarse a tierra caliente tiene derecho a viajar en descoloridas pantalonetas, camisillas sin mangas y sandalias de todas las gamas y calidades. Es un contexto estéticamente hostil que nos obligó a mi padre y a mi a refugiarnos en los periódicos, él en El Tiempo y yo en El Espectador, para abstraernos aunque fuere mínimamente de las agresiones visuales. 

Nos montamos al avión y procedimos a ubicar nuestros asientos. Escogimos con anterioridad dos sillas ambas en el pasillo, para efectos de no quedar encerrados por gente desconocida y así evitar la claustrofobia. Mis compañeras de fila eran una madre y una hija que se notaban nerviosas (luego entendimos que volaban por primera vez) y los de mi padre eran dos hombres obesos cada uno con alrededor de 215 quilos de grasa visceral. En un gesto de nobleza, cambié de lugar con mi progenitor para que no fuera él quien tuviera que durar más de una hora aplastado por el grueso mondongo de aquel hombre que ya se escurría por encima del descansabrazos hacia el asiento de al lado. El vuelo, que objetivamente estuvo tranquilo, me fue perturbado incesantemente por los ronquidos y apneas del gordo a mi izquierda. Más que sonidos, eran vibraciones guturales que impedían mi capacidad de razonamiento y que me quitaron toda la paz interior. Luego de una hora larga, aterrizamos y estalló el consabido aplauso de los orgullosos colombianos que tocan finalmente su ciudad de destino. Eso de aplaudir no va conmigo, no obstante y para que no me apedrearan, aplaudí tímidamente también. El ajeno al entorno era yo, así que opté por "hacer lo que vieres".

Ya en la ciudad la cosa cambia. Hay la posibilidad de resguardarse en pequeños oasis que se han construido para el efecto. El viaje de mi papá, además de tener claras metas laborales, tenía objetivos gastronómicos que fueron mi aliciente para acompañarle. A pesar del corto tiempo, logramos rotar por 4 restaurantes que fascinan por su calidad gastronómica (aunque no mucho por sus precios): 

  • El Restaurante Chef Julián combina la cocina de magníficos arroces con un servicio acogedor encabezado por su mesero Rafa. Se recomienda el arroz de camarón, el arroz huertano y una buena jarra de sangría. 
  • Dolce e Salato: El mejor italiano de barrio que se encuentre en Colombia. Imperdible la lasagna y la apsta al ajo.
  • Restaurante Árabe Internacional: desde hace años prepara las más ricas especialidades de medio oriente. Además de ser un comedero exquisito, es punto de reunión de los locales y extranjeros más importantes. Imperdible el tahine de garbanzos, el kibbeh crudo, las berenjenas rellenas y el kafta. Se debe saber pedir dado que las porciones son muy generosas. 
  • En el centro histórico de la ciudad, no hace mucho, abrió el Restaurante La Perla. Con un ambiente contemporáneo pero sin llegar al esnobismo característico de los restaurantes peruanos, La Perla se ha constituido en un lugar verdaderamente agradable con una relación precio - calidad que hasta ahora era difícil encontrar en la ciudad amurallada. Bienvenido el pisco sour y la maravillosa carta de vinos blancos así como el pescado sobre cama de ceviche de lentejas.

Es cierto que una buena comida es fundamento para construir un buen momento, pero no es lo único necesario para tener un paseo completo. Hace falta también una buena oferta cultural e idónea compañía. Respecto a la cultura, Cartagena se caracteriza por realizar en sus calles bellos festivales y convenciones en diversos ámbitos (literatura, cine, música...), pero adicionalmente cuenta con una oferta permanente que no siempre es conocida por el turista de mediana formación intelectual. Las iglesias son verdaderos centros de arte (valga rememorar como ejemplo el viacrucis de la catedral de Santa Catalina de Alejandría) y existen museos como el naval o el de la inquisición que cuentan parte de nuestra historia. 

Por azares de las caminatas erráticas por las callejuelas de la urbe, en la Plaza de San Pedro Claver hallé el Museo de Arte Moderno de Cartagena que, hasta el domingo pasado, no había sido para mi más que una linda edificación colonial. En esta ocasión, la casa blanca de pardo tejado tenía colgado un pendón grande que publicitaba una exposición temporal de pintores surrealistas del Perú. Siendo el surrealismo uno de los movimientos artísticos que más me llama la atención, opté por ingresar. La colección de los peruanos es una decepción total, no hay propuesta ni desarrollo lo que a la postre convierte la selección en una muestra tremendamente pobre. A pesar de lo antedicho y para mi sorpresa, la colección permanente del museo es una verdadera joya del arte moderno y contemporáneo colombiano. Hay una muestra muy significativa de esculturas y pinturas de Enrique Grau quien, con sus bellas mariamulatas y sus "Rita" en todas las gamas, es sin sospecha uno de los más grandes avezados del arte nacional. Adicionalmente, el muestrario cuenta con bellas obras de Carlos Jacanamijoy que con sus colores evoca los peligros de la selva y de Maripaz Jaramillo con sus característicos contrastes. Las piezas más impactantes y hermosas, en todo caso, son un par de óleos del genio Alejandro Obregón intitulados  "Cóndor" en estilo cubista y "Dédalo" que obligatoriamente debe ser visto como una obra hito en el arte patrio.

En definitiva fue un periplo agradable. Deglutí alimentos exquisitos, ingerí licores fantásticos (que a propósito al nivel del mar no le hacen daño ni a un bebé recién nacido) y pude vivir una faceta artística de la ciudad que no conocía. La Heróica siempre logra traerme los mejores recuerdos de las personas que han ocupado y ocuparán por siempre los lugares más profundos y privados de mi corazón. Espero poder compartir de nuevo con ellas, y ojalá muy pronto, la magia de Cartagena. 


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El diseño del blog El Desgraciado Opina ha cambiado para hacer más amable y fácil su lectura. Espero sea de su agrado. 




8 de mayo de 2013

La Sociedad Necesita el Periodismo

No hay derecho a que en este país no se pueda ser comunicador. Expresarse sobre temas sensibles necesariamente implica enfrentarse al hampa que, organizada, tiene la capacidad de hacer perecer a cualquiera. 

Los últimos días han sido fatídicos para el periodismo en Colombia. No sólo casi matan a Ricardo Calderón, jefe de investigaciones de la revista Semana, sino que también un grupo "anti-restitución de tierras" condenó a muerte a ocho periodistas en Valledupar. Lo más preocupante del asunto es que los antedichos no son casos aislados sino que son el diario vivir de quienes deciden dedicarse al oficio de informar.


Nuestro país es una cantera de noticias. Es un útero de información en el cual a cada momento se gestan primicias y reportajes que valerosos periodistas ayudan a sacar a la luz amparados bajo el principio semántico de la libertad de expresión. Y digo semántico porque dicha libertad no está compuesta por más que un par palabras ingenuas. La violencia, la corrupción, la intolerancia y la mentalidad de que el ser personal es más relevante que el ser de los otros, ha atentado contra el oficio de comunicar hasta un punto en el cual cada disparo que se dirige contra el cuerpo físico de un reportero se encamina también en contra del periodismo mismo.

La revista Semana, a raíz del ataque contra su jefe de investigaciones, en la edición 1618 señala con lucidez la problemática esbozada de la siguiente manera: "A pesar de que los crímenes contra periodistas se han reducido en los últimos años, las amenazas, la intimidación y las presiones indebidas tienen lugar con demasiada frecuencia en Colombia, muchas veces con resultados mortales. La aplastante mayoría de las cerca de 120 víctimas fatales que ha sufrido el periodismo colombiano en los últimos 30 años han sido reporteros de medios regionales desprotegidos ante las agresiones de guerrillas, paramilitares, bandas criminales, narcotraficantes y políticos corruptos, que reaccionan con sevicia y plomo ante las denuncias que los ponen en evidencia." 

Lo anterior es sumamente grave si además somos conscientes de que, frente a los antedichos crímenes, existe una alta tasa de impunidad que exhorta a la delincuencia a no dudar un instante antes de intimidar a un reportero. Producto del miedo, el país se puede estar dirigiendo a un escenario en el cual el periodismo ceda y se vuelva débil, pusilánime y útil a los macabros intereses subrepticios de mafiosos poderosos que encuentran en la amenaza el camino fácil para continuar enriqueciendo sus ilegales provechos. Si el periodismo es blando e inseguro, la colectividad toda se va a ver sumida en un vacío de información en el que la gran ausente será la verdad. Y seamos francos, sin la verdad es difícil construir una comunidad honesta. 

Quien se salga de los parámetros que la población ha consagrado como deseables en las leyes merece un reproche jurídico y social, y es esta es la principal razón por la cual se quieren acallar las voces de los que informan: ningún forajido admite reproches. Pero es justamente esto lo que nos debe llevar a todos a sentir como propios los atentados contra los comunicadores. La gente correcta necesita a los periodistas porque son ellos parte fundamental en la cadena informativa, y así, es deber de todos volcarnos a generar que la libertad de expresión sea una realidad palpable y un cimiento incorruptible. Hay verdades que son molestas, pero que siendo públicas, fungen de vía idónea para replantear paradigmas colectivos y así poder dirigirse comúnmente hacia la honradez y el respeto por el otro.  

Reitero: Hay que interiorizar que con los actos deplorables contra la libertad de expresión se vulnera el derecho a estar informados, a conocer la verdad y a opinar libremente. Con cada acción que busca amedrentar a quienes reportan noticias veraces, no sólo se vulnera la integridad de una corporalidad física, sino que se menoscaba a la sociedad completa. Los ataques contra los reporteros nos alejan paulatinamente de la posibilidad de conocer lo que ocurre, lo que a la postre significará la imposibilidad de construir sociedad. La escasez de objetividad implica erigir falsos e hipócritas castillos en el aire en los que los impunes reyes serán los bandidos, libres de toda culpa. 

El miedo cala hondamente en las personas de bien porque ellas sólo cuentan con las herramientas de defensa que les otorgan los principios, los valores y la ley. Ojalá los comunicadores amedrentados tengan el coraje de seguir con sus trabajos e investigaciones por el favor de todos nosotros. Mi solidaridad para con cada uno de ellos.

1 de mayo de 2013

Pep Guardiola en Bogotá

Mi primer pensamiento cuando me percaté de la ampulosa publicidad que anunciaba una conferencia de Pep Guardiola en Bogotá fue de absoluta incredulidad. ¿Qué persona pensante querría pagar cientos de miles de pesos para ver a un director técnico (que en todo caso no deja de ser un ex-futbolista) hablando de sobre liderazgo y trabajo en equipo? Afortunadamente Pep me dejó callado a mi y a todos los que pensábamos que solamente veríamos una charla de alguien similar a Leonel Álvarez (quien, a propósito, acudió a ver a Guardiola pero quien seguramente no captó mucho del mensaje).


Por azares de la vida recibí de cortesía una boleta para asistir a la conferencia del otrora técnico del Fútbol Club Barcelona ayer martes 30 de abril de 2013 a las 7:00 PM. El escenario en el cual se presentó Guardiola no estaba dentro de mi radar. Se trataba del centro de convenciones G12 situado en la carrera 30 con avenida de las Américas, con capacidad para alrededor de 8000 personas. Según entiendo, el lugar es utilizado ordinariamente por una secta cristiana por lo que, fuera de la impresión que me causa saber que existe un recinto con esas características en la zona industrial de la capital, sentí profunda angustia de saber que el G12 reúne periódicamente a casi 10.000 fieles devotos dispuestos a tributar a su pastor.

En el auditorio, que estaba pomposamente decorado con publicidad del Grupo Aval, resonaba una música electrónica que más parecía de un desfile de modas de Medellín. A las 7:15 de la noche apareció la presentadora del evento, Andrea Guerrero (quien por su falta de preparación y nerviosismo se constituyó como uno de los lunares de la noche), para presentar a Manel Estiarte, considerado por muchos como el mejor waterpolista español de todos los tiempos y quien adicionalmente fue parte de la directiva del Fútbol Club Barcelona entre 2008 y 2012. Manel hizo una breve charla introductoria al tópico principal de la jornada: liderazgo y trabajo en equipo. Contó cómo desempeñó su papel de líder de la selección de waterpolo en los olímpicos de Barcelona 1992 y Atlanta 1996 y cómo el reconocimiento público puede ser una trampa enorme para la integridad humana de una persona. Si bien sus palabras fueron elocuentes, nadie quería verlo a él. El público esperaba a Guardiola.

Concluida la primera de las intervenciones, apareció el entrenador cual estrella de pop rodeado de humo y luces estroboscópicas. Su presencia fue abrumadora para mas de una de las señoras, quienes suspiraron morbosamente con la imagen atlética y guapa del cataln), pero más allá de eso, Pep demostró que en efecto tiene una mente especial y diferente, idónea para dirigir un equipo.

Inició su amable presentación señalando que esta era su primera charla a un público grande y que, si bien constantemente ha hablado frente a muchas personas, siempre había tenido todo preparado y a la mano. "Aún no entiendo para qué me han traído" dijo, "trataré de contar mis experiencias, pero tengan claro que no podré decirles el secreto para ser un líder... He de confesar que he decidido venir a dar esta conferencia para salirme de la difícil tarea que he desempeñado en el último año: dejar y recoger a mis hijos en el colegio..." El público lo seguía atento con sonrisas marcadas en las caras.

Pep recordó la primera vez que se enfrentó a una selección como técnico y de lo difícil que fue encontrar el discurso perfecto para antes de salir a jugar. Después de mucho elucubrar, Guardiola pensó que toda disertación táctica ya había sido expuesta y que en ese escenario, lo correcto sería hablar de su inicio en el "difícil, indescifrable y abierto" deporte que lo apasionaba de niño. "Todo jugador de fútbol empieza porque alguna vez, de chico, pateó un balón, y desde entonces esa pelota se convierte en el motivo. Nadie se hace jugador de futbol por el dinero o la fama, nos hacemos jugadores porque amamos el balón más allá de compromisos profesionales y ambiciones..." De esta manera avanzaba una charla elocuente de un ser humano analítico y lúcido.

El catalán transmitió cada una de sus experiencias coligadas al liderazgo de forma sencilla, haciendo ver fácil lo que en realidad no lo es tanto. Contó que a lo largo de su trayectoria ha aprendido que "todo lo que hacemos lo hacemos para que nos quieran" y que eso es lo que nos mueve a ser los mejores. Señaló que en el fútbol, y en la vida, todas las personas son diferentes y se deben tratar según sus calidades íntimas (en este punto ejemplificó con sus jugadores: están los que necesitan reconocimiento publico y los que mejor prefieren atención privada; el que reacciona bien si lo lleva a tomar un café para hacerlo aterrizar y el que es competitivo y requiere de charlas técnicas) "cada persona tiene un botón único que se debe apretar de la manera adecuada y en el tiempo correcto, a cada persona se le debe hablar en el idioma que mejor entiende."

Fue una presentación fenomenal. Llena de datos interesantes, anécdotas de vida y experiencias profesionales cuyo trasfondo cumplía con el objetivo del foro cual era el de reconocer el liderazgo y aprender del trabajo en equipo.


Con posterioridad a las breves palabras de Pep, tuvo lugar un conversatorio con Roberto Pombo director del periódico El Tiempo. Esta etapa del evento, que ha podido ser el momento para clarificar dudas y aterrizar enseñanzas, fue un fiasco. Pombo no supo realmente lo que estaba haciendo ni a quién se estaba enfrentando. Hizo una entrevista babosa que evidenció una subestimación imperdonable tanto al entrevistado como al auditorio y tarde vino a percatarse que tanto auditorio como entrevistado fueron superiores a él. En relación con el tema del evento no hubo un solo interrogante pues el periodista optó por hacer preguntas gelatinosas sobre fútbol.

¿Qué opina sobre su nuevo equipo el Bayern Munich? Guardiola respondió que sería irrespetuoso de su parte ir dando declaraciones sobre su nuevo club por fuera de Alemania y que hablará de él cuando esté frente a ellos. El auditorio estalló en aplausos y Pombo no pudo más que dejar ver su angustia en su cara regordeta. ¿Cómo es Messi? "El chaval la mete..." (Risas) "Un jugador se conoce en la cancha, y ustedes lo han visto, no hay mucho más que eso". ¿Mañana en el partido de la Champions League, va por el Bayern o por el Barcelona? "Yo le hago fuerza al buen fútbol".

Prosiguió el conversatorio y el entrevistador, quien al parecer no puso atención en la primera fase de la exposición, interrogó acerca de temas a los que Guardiola ya se había referido. ¿Cómo se inicia usted en el fútbol? "A ver que ya os lo he dicho, pateando un balón en la plaza de mi pueblo". ¿Tiene usted la particularidad de saber tratar a cada cual según su forma de ser? "Eso ya lo he tratado de decir, cada jugador tiene su fibra y trato de tocarla en cada uno".

Cuando el fracaso fue inminente, Roberto Pombo apeló a un recurso desleal y bajo: "hace unas horas hablé con el ex-presidente del gobierno español Felipe González, quien a propósito, le manda saludes. Él me dijo que usted es un excelente estratega, es eso cierto? A Guardiola no le pudo importar menos la evocación de un ex-presidente de su país y atinó a decir "a raíz del reconocimiento publico la gente sobrevalora lo que uno hace."

Pregunta tras pregunta Pep demostraba su altura intelectual frente a un entrevistador que no supo respetarlo. La falta de química fue evidente y la incomodidad del entrenador fue notoria. Sin embargo, cautivó a su público con cada respuesta cortante. Por fortuna para todos la mala entrevista no duró mucho. La pena ajena ya no podía más. 

El evento finalizó con la llegada de un grupo de niños de escasos recursos quienes se identifican con el Bayern Munich. Uno de los pequeños, que iba a hablar de lo importante que era conocer a Pep, quedó mudo de los nervios. Guardiola, apelando a su capacidad de hablar el lenguaje de su interlocutor, le lanzó un balón de futbol e hicieron dos o tres pases.