El Desgraciado hoy recoge un suceso que días atrás fue publicado por Mauricio Toro en su perfil personal de Facebook. Gracias a Toro por ceder generosamente sus líneas para ser publicadas en este blog.
"Una niña
va sentada en un bus público del Sistema Integrado de Transporte
de Bogotá. En su regazo lleva una cajita abierta con cuatro pastelitos cuidadosamente
decorados con crema y una cereza; seguramente trabajó en ellos anoche. El
cofrecito de cartón no está cerrado, es más, ni siquiera tiene una tapa. Se
nota que la joven quiere proteger la delicada decoración de la que fue artífice.
"El autobús,
como es normal en esta ciudad de huecos, frena de manera brusca en su afán de
cerrar un carro que trata de rebasarlo. De manera inmediata, y como si se viera
en cámara lenta, el cuerpo de la niña sale disparado hacia el frente. Para
proteger su obra cremosa, la señorita no suelta la caja por lo que su cara se
estrella con fuerza contra el espaldar rojo y duro que tiene adelante.
Afortunadamente el contenido de su cofre sigue intacto.
***
"Luego del
impacto, y aún con la cajita en la mano, la corporalidad de la niña se devuelve
violentamente a su posición original reafirmando la tercera ley de Newton (respecto de toda acción ocurre siempre una
reacción igual y contraria), pero
por alguna causa de la física que no reconocemos, la joven hace un movimiento en
diagonal que la desplaza fuera de su butaca y la hace caer al piso. Justo en
ese instante los delicados y protegidos pastelillos vuelan por los aires para
terminar colapsados en su pecho y otro más contra una
señora que no puede más que decir “¡busetero de mierda!” La pequeña está inmóvil
en el piso y aún mantiene los cartones en sus manitas.
"Toda la
escena transcurre en velocidad reducida. La cara de desolación de la niña, la
indignación de los demás pasajeros, los cupcakes
en su viaje aéreo y su posterior aterrizaje se constituyen en los mejores elementos
de un cuadro de Picasso. Una reinterpretación del Guernica en tiempos modernos,
El Fusilamiento de Goya en el transporte público colombiano.
"Del accidente quedan varias conclusiones. La primera, que la crema que se esparció estrepitosamente dentro del vehículo estaba sabrosa, al igual que la cereza. La segunda, que los choferes de bus están mal formados y que no existe nadie que los capacite para ser mejores personas al volante. Gracias, Bogotá Humana."